Mh: El general poeta… pero poco
Hoy toca la microhistoria de un general portugués al que la historia (o, mejor dicho, los historiadores o cronistas) hizo pasar como poeta. Pongámonos en situación:
Estamos en 1658, en pleno asedio de las tropas portuguesas contra la ciudad de Badajoz (pdf), en el marco de la guerra que durante 28 años mantuvieron ambas naciones desde 1640, cuando parte de la nobleza portuguesa se alzó contra el rey Felipe IV y declararon la independencia de Portugal de la corona española.
Fue una guerra larga y penosa, sin grandes enfrentamientos hasta los años finales, más basada en la rapiña y la destrucción de los bienes de los civiles que en la consecución de objetivos puramente militares. Un conflicto casi olvidado por el poder, un lugar al que nadie quería venir destinado, ni siquiera como mando. En esta situación, el año anterior, 1657, las tropas españolas habían conseguido la rendición de la estratégica fortificación de Olivenza, y los portugueses estaban decididos a devolver el golpe y cobrarse una pieza de gran valor: Badajoz, la llave del reino en la frontera. Si tomaban Badajoz tendrían el camino prácticamente libre hasta Madrid, no había otras fortalezas en la ruta.
La intención inicial fue tomar al asalto el fuerte de San Cristóbal, que defendía la ciudad desde la orilla izquierda del río Guadiana, para desde allí someter a la ciudad en cuestión de días con un intenso bombardeo. Era un plan impecable… siempre que efectivamente tomaran el fuerte. Es el mismo, pero el mismito plan que dos siglos más tarde, en 1811, trataría de llevar a cabo Arthur Wellesley, Lord Wellington, para tratar de conquistar la ciudad ocupada por las tropas napoleónicas.
Y a ese objetivo de asegurar el fuerte de San Cristóbal se dedicaron las tropas portuguesas desde el día 13 de junio, comandadas por Joanne Mendes de Vasconcellos, teniente general del Ejército del Alentejo. Tenían la esperanza y los planes de conquistar el fuerte en una semana o menos. Como escribía un soldado portugués, Tomé Rastrollo a su mujer:
“Eu salí de nossa casa con desejo de fartarme de sangre dos Castelaos. En estes tres días eu juro de vos lebar oito castelaones que vos sirvan e dous à mina filla Maria, que son dez. E si tudos lebaran como eu, naon á gente en Castela para lebar”.
Pero se dieron de bruces con la realidad…
El fuerte estaba muy bien defendido por los tercios españoles, el terreno era muy duro para abrir trincheras y aproches, las balas de cañón se hundían en la tierra apisonada de los muros del fuerte sin hacerles el más mínimo daño y la descoordinación entre los diferentes generales provocaba errores de bulto en los sucesivos intentos de asalto, el más importante de los cuales tuvo lugar la noche del 23 de junio, con una luna en cuarto menguante apareciendo en el horizonte en la madrugada.
En este estado de dificultad para tomar San Cristóbal, dice la leyenda que la reina regente de Portugal, Luisa de Guzmán, escribió desde Lisboa al general portugués insistiéndole en que atacara con mayor brío la ciudad para su conquista. A estos requerimientos contestó Mendes de Vasconcellos con unos famosos versos, repetidos una y mil veces en los libros de historia de Badajoz:
O forte está muito forte,
a estacada muito mais,
as balas não têm conta.
Senhora, não posso mais!
Una respuesta poética muy bonita y apropiada, que resume perfectamente la dificultad de la empresa. El problema es que esos versos son falsos. Nunca los pronunció Mendes de Vasconcellos. No se atrevería a hacerlo si quisiera seguir vivo. Si a la cabreada reina le responde su general con unos versos líricos bien compuestos, justificándose por no hacer lo que se le ordena, no tiene Mendes de Vasconcellos lugar en la tierra donde esconderse antes de ver cortar su cabeza… y con razón, además.
Esta respuesta no aparece en ninguna de las cartas enviadas por Mendes de Vasconcellos a la reina aquellos días, la mayoría de las cuales se conservan en el impresionante Arquivo da Torre do Tombo de Lisboa. La primera vez que aparece esta lírica versión es en la obra de un religioso badajocense, Diego Suárez de Figueroa, «Historia de la ciudad de Badajoz». Este libro se imprimió en 1727, casi 70 años después de los hechos. Y desde entonces se ha popularizado esa versión de los hechos.
Reedición de 1916 de la obra de Suárez de Figueroa
Pero sí es cierto que Luisa de Guzmán, regente por la muerte de su marido João IV, escribió e insistió, cada vez más enfadada, en que se atacara más y mejor el fuerte, para así acelerar la toma de Badajoz. Y el efecto que producían estas cartas desde Lisboa en el campamento portugués junto a Badajoz era de considerables proporciones, porque no hallaban cómo atacar adecuadamente y conquistar el maldito fuerte de San Cristóbal.
Un relato escrito durante el asedio por el ingeniero militar francés Pedro de Santa Colomba, al servicio de las tropas portuguesas, conservado igualmente en la Torre do Tombo, dejó escrito de forma gráfica el terrorífico efecto que estas cartas causaban entre los generales:
O mesmo dia [11 de julio] recibirão nossos Generales cartas de Sua Magestade tam pouco a sua satisfação, que lhes tirarão a vontade de sear.” [lhes tirarão a vontade de sear=les quitaron las ganas de cenar]
O sea que cada vez que recibían cartas de la reina, más que entrarles ganas de ponerse líricos, se les quitaba por completo el apetito, se les cerraba el estómago. Que no es tan bonito como los versos que supuestamente escribió Mendes de Vasconcellos, pero mucho más real y gráfico.
Finalmente, el fuerte no se conquistó. Mendes de Vasconcellos ordenó atravesar el Guadiana y comenzar un asedio en toda regla contra Badajoz, un asedio que duraría otros cuatro meses sin obtener el premio de su conquista, con numerosas historias que ya iremos contando poco a poco.
Así que, ya sabéis, cuando vayáis al fuerte de San Cristóbal, acordaos del atribulado Mendes de Vasconcellos intentando responder con elegancia que no había cubierto los objetivos fijados por su reina. Decid si queréis los famosos versos en su honor, pero hacedlo bajito, que no se entere doña Luisa de Guzmán…
…
Bonus: La carta de Tomé Rastrollo, el soldado portugués que escribía con tanto ímpetu a su mujer María Carvalho, nunca llegó a su destino. Tomé murió a las pocas horas de escribirla, en aquella noche fatídica del 23 de junio, intentando conquistar el fuerte de San Cristóbal. Su carta, encontrada al día siguiente en la faltriquera de su uniforme al registrar el cadáver, no fue siquiera enviada. Su mujer nunca recibiría sus noticias (y mucho menos sus ocho esclavos castellanos prometidos). El documento se conserva hoy en la Biblioteca Nacional.
¿Cuántos como él habría en ambos bandos? Campesinos obligados a combatir como soldados en una tierra extraña y que nunca volverían a sus hogares. Acordaos también del pobre Tomé en San Cristóbal.
BIBLIOGRAFÍA:
- SÁNCHEZ RUBIO, CARLOS: «Tomar lenguas«. Sistema de información y propaganda en una ciudad asediada. Badajoz, 1658. Tesis doctoral. Badajoz, 2022.
- Carta hallada en el cadáver del soldado Tomé Rastrollo, que murió en el avance del fuerte de San Cristóbal. BNE, MSS/2436, fol. 238
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Historias como esta te hacen apreciar más tu ciudad. Gracias Carlos por darnos a conocer nuestra historia de una forma tan amena.
Muchas gracias, Víctor. Esa es justamente mi intención. Y mi premio, que descubráis cosas nuevas