Mh: De 1812 a 1914. De Badajoz al Somme

por | Jul 25, 2014 | 0 Comentarios

De 1812 a 1914, del asalto británico de Badajoz de 1812 a la Gran Guerra cuyo comienzo en 1914 conmemoramos ahora. Pero ¿tienen algo que ver? Pues claro, todo en esta vida está relacionado. Vamos a verlo:

El 9 de abril de 1812, el capellán George Jenkins escribía desde Badajoz una sentida carta a la señora Simcoe:

Vuestro hijo cayó en la noche del día 6, junto con otros muchos de sus hermanos oficiales  y cientos de sus compatriotas mientras asaltaban la ciudad de Badajoz. Exponer aquí los detalles de esta circunstancia es innecesario. En él he perdido un joven y prometedor amigo, una agradable compañía y buen cristiano; permítame sinceramente darle mis condolencias en la gran pérdida que acaba de sufrir por la muerte de su tan afectuoso y obediente hijo.”

El joven teniente Francis Simcoe, de tan solo 20 años, acababa de morir en las brechas de la Trinidad y Santa María, posiblemente guiando el Forlorn hope [eng]. Por supuesto no fue el único, pues entre 800 y 1.200 cuerpos (según las diversas fuentes) yacían amontonados en los fosos de la muralla. Una catástrofe para el ejército británico, pues ahí terminaron sus días algunos de los mejores soldados que Arthur Wellesley, el posterior Lord Wellington, tenía entre sus filas. Una única descripción da idea del panorama:

Se extendía allí un espantoso montón de 1.400 ó 1.500 soldados británicos, muchos muertos pero aún calientes, mezclados con los gravemente heridos, a quienes ningún cuidado se podía proporcionar ya. Allí estaban los cadáveres quemados y ennegrecidos de los que perecieron en las explosiones, mezclados con los que habían sido reducidos a pedazos por las granadas o la metralla y con los muertos por la mosquetería, agarrotados en su propia sangre, cuerpos apilados sobre cuerpos, mezclados en una horrenda y enorme carnicería; los rayos del sol de la mañana, cayendo sobre estos espeluznantes montones, se me antojaban pálidos y lúgubres como durante un eclipse.” Fuente en Google books

Y sin embargo, por mucho dolor que sintieran, la vida tenía que continuar. Y la vida entonces era la guerra. El ejército aliado luso-hispano-británico estaba obligado a reparar de inmediato los daños en la muralla para prevenir un posible, y probable, contraataque napoleónico contra la ciudad. Y eso exigía, por duro que fuera,hacer desaparecer los cuerpos del foso.

Algunos oficiales, como el propio Simcoe, fueron enterrados por sus camaradas en pequeñas ceremonias en los alrededores de Badajoz: en el cerro del Viento, en el cerro del Almendro o en otras pequeñas elevaciones donde sus cuerpos pudieran descansar. Fue el caso también de John Macleod, de 27 años, cuyo cuerpo

fue enterrado a media milla de la ciudad, en la zona sur opuesta al campamento, en la ladera de una colina”. Fuente en Google books

Pero la inmensa mayoría de los cuerpos, muchos de los cuales fueron previamente saqueados de todas sus pertenencias, fueron depositados en enormes fosas comunes excavadas en el foso de la fortificación, junto al lugar donde habían caído. Las brechas se repararon con rapidez y pocas semanas después había desparecido casi todo rastro del asalto. En agosto, cuatro meses después, el ingeniero Domingo Luis del Valle levantó su plano de la ciudad, donde reflejó todos los daños sufridos y las obras emprendidas para poner la plaza en estado de defensa para un posible ataque francés.

Domingo Luis del Valle 1812

En el documento señaló las brechas con la letra r, indicando en la leyenda: “los tres muros en que abrieron brecha que ya están reedificados por los ingleses”. Tan solo se colocaron en la escarpa de la muralla algunos proyectiles de cañón formando la fecha 1812 como recuerdo a los soldados allí enterrados. Durante más de 100 años, nada perturbó la paz de aquellos soldados. Pero…

El 28 de junio de 1914, hace ahora justo 100 años, Gavrilo Princip asesinó a Franz Ferdinand Carl Ludwig Joseph Maria von Österreich-Este [ale], o sea, al Archiduque Francisco Fernando, heredero del trono Austro-Húngaro y a su mujer. A los pocos días estallaban las hostilidades entre casi todos los países europeos, que se tenían muchas ganas y cuentas pendientes entre ellos. Era el comienzo de la Gran Guerra. No voy a entrar aquí en analizarla porque, como dice uno que yo me sé, eso no es de mi negociado.

El caso es que rápidamente comenzaron a escasear las materias primas en las naciones implicadas. Sobre todo los metales para fabricar armamento y utensilios. Muchos en España fueron los que hicieron grandes fortunas con la exportación de metales y otras materias primas. Y aunque en Badajoz no había grandes reservas de metales, ninguna mina de importancia, sí había un lugar donde podían encontrarse abundantes piezas de metal para vender al peso. ¿Adivináis dónde? Pues sí, ahí en el foso, donde estaban enterrados los soldados británicos.

Como nos cuenta Jesús Rincón Jiménez en su libro Días aciagos y días gloriosos de Extremadura, de 1930, muchas personas hicieron excavaciones en los fosos, que “dieron por resultado el hallazgo de numerosas bombas y objetos metálicos que se vendieron a buen precio.” Botones, balas, hebillas, placas, sables, bayonetas, fragmentos de metralla… todo lo que contuviera metal fue sacado y vendido al peso. También en este momento se arrancaron las balas de cañón que formaban la fecha de 1812 en la muralla. De esta forma, los restos de los soldados británicos de 1812 fueron vendidos 100 años después a Gran Bretaña, entre otras naciones, para armar a nuevos soldados que se despedazaron entre ellos en Europa durante cuatro largos años. De Badajoz a la batalla del Somme. Ese fue el triste destino de los cuerpos británicos enterrados en el foso, casi en el mismo lugar donde en 2012 se erigió el Parque de los Sitios, con el pequeño obelisco que sirve de recuerdo a todos los que dieron su vida por esta ciudad. Un lugar de respeto para unos muertos poco respetados en estos 200 años. Cuando paséis por allí recordadlos.

Parque de los Sitios de Badajoz

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